*La tarea de un líder es llevar a su gente de donde está hasta donde no haya llegado jamás*

Henry Kissinger

dijous, 25 d’octubre del 2012

La gestión del miedo en la empresa


Hoy he visto este blog y comparto lo que dice :
Si reflexionamos sobre una de las palabras que más escuchamos durante los últimos meses, independientemente del contexto, seguro que se nos viene a la mente: MIEDO.
Las personas que trabajan en una empresa tienen numerosos miedos, lo cual no es extraño, sobre todo teniendo en cuenta los mensajes tan dañinos que algunos políticos sueltan como si nada, los titulares y las fotos que destacan los periódicos a diario o las imágenes que se repiten con demasiada frecuencia en televisión.

Miedo a perder el trabajo, miedo a una reducción de plantilla, miedo a no cobrar la próxima nómina, miedo a una fusión, miedo al futuro incierto de la empresa, miedo al fracaso, miedo a la bajada de salario, miedo de un cambio de puesto… MIEDO.


¿Qué actitud suele adoptar la dirección de la empresa en esta situación? ¿Fomenta el miedo, o se esfuerza por generar confianza entre sus profesionales cuando se sienten asustados?



El miedo ha sido utilizado como mecanismo de control y dominación social durante mucho tiempo. Hemos vivido tantos siglos en la cultura del miedo y con un sistema de control absolutamente férreo en las empresas, que ahora cuesta mucho romper con ello. En algunas ocasiones, ni siquiera existe la intención de acabar con este modelo obsoleto.


El miedo bloquea, paraliza, anula la creatividad, impide el crecimiento de una organización y el desarrollo profesional. El miedo genera inseguridad, percibimos el entorno más agresivo y  provoca que entremos en una dinámica peligrosa: la espiral del miedo. Los temores van generando otros nuevos y empiezan a crecer de manera indefinida, alejándonos de un estado donde podemos hacer algo constructivo y enfrentarnos a nuestros propios miedos, para poder romper esta espiral. Como dijo Sófocles: “Para quien tiene miedo todo son ruidos”.


Tampoco ayuda la figura del miedoso tóxico que hay en cada empresa. Es quien suele buscar a alguien con quien compartir y reforzar su miedo y huye del optimista, prefiere adoptar una actitud crítica y/o derrotista y para ello necesita rodearse de gente afín. De manera inconsciente va en busca de malas noticias, rumores y nuevos temores. Y para el resto de compañeros, es más fácil dejarse influir por estas emociones negativas que contagiarnos de alguien que contempla la vida con una actitud más positiva. Puede darse la situación paradójica de que alguien que no sienta miedo y se muestre proactivo y dinámico pueda hacer sentirse amenazado al miedoso tóxico. Si además coincide que el miedoso tóxico es un directivo o un mando intermedio, su influjo nocivo en el ambiente laboral se multiplica por 100.


Si la excusa para dejarnos dominar por el miedo es que con el contexto socioeconómico actual es imposible adoptar una actitud distinta, os animo a buscar experiencias de superación en situaciones mucho peores. Un buen ejemplo de ello es “El hombre en busca de sentido”. Viktor Frankl fue un psiquiatra austriaco de origen judío que tenía una prometedora carrera profesional. Cuando la amenaza nazi era más que evidente consiguió un visado para emigrar a Estados Unidos con su esposa embarazada y poder continuar allí con su profesión. Pero Frankl dejó caducar este visado para no abandonar a sus padres. Poco tiempo después, toda la familia fue llevada a un campo de concentración y entre otros incidentes desagradables, destruyeron el manuscrito que recogía toda su obra.


Vivió su experiencia en el campo de concentración, superando varias veces la idea del suicidio para observar como el pesimismo en los prisioneros les llevaba al autoabandono y finalmente a la muerte. Tras sentirse varias veces derrotado fue capaz de recordar a través de notas su obra, buscarle sentido a la vida y cuando fue liberado, pudo rehacer su carrera profesional con mucho esfuerzo y a pesar de la pérdida de todos sus seres queridos y la traumática experiencia vivida.

Para Viktor Frankl “la vida merece ser vivida más allá de las circunstancias y la incapacidad de descubrir el sentido de nuestra existencia es la que lleva al hombre a perder el equilibrio interior y, por lo tanto, a la desesperación.”


Volviendo de nuevo al terreno laboral, es evidente que necesitamos ayuda para no dejarnos dominar por el miedo y ver la  situación actual como una oportunidad, no como una amenaza. Como dice Pilar Jericó en su fantástico libro No miedo, “sólo quien tiene poder puede generar miedo”, por lo tanto el generar un ambiente de confianza y deshacerse de una gestión basada en el miedo es responsabilidad de la dirección de la empresa. Es la que debe trabajar para contar con líderes emocionalmente inteligentes que hagan crecer a sus equipos y que generen confianza, la clave para luchar contra el miedo.


¡Qué peligrosa es la incertidumbre en una empresa! ¡Cuánto daño hacen quienes creen que la información es poder! Las organizaciones son muy porosas y difícilmente la información que la dirección no quiere compartir se queda ahí. Lo peor es que cuando llega a los niveles inferiores del organigrama, el mensaje tiene poco que ver con el original, se ha deteriorado mucho más.


El gran reto de las empresas en estos momentos es dirigir generando confianza para reducir los miedos que van creciendo y sobre todo no generar nuevos temores. Para ello es imprescindible desarrollar una cultura corporativa que no castigue el error y anime a innovar, a compartir y a arriesgar, que apueste por el talento y las personas en su dimensión humana y emocional. Para conseguirlo es primordial buscar la motivación de los colaboradores y abandonar de una vez el modelo de gestión por control para adoptar uno de colaboración.


La comunicación interna vuelve a ser una pieza clave. El lenguaje que utiliza la dirección de la empresa cuando habla con sus empleados, la escasez de comunicación, la falta de coherencia entre el discurso y el comportamiento y la inseguridad que genera, alimenta los miedos de la organización y crea otros nuevos.

La responsabilidad social corporativa, tan en boga los últimos años, implica que la empresa es responsable, entre otras cuestiones, de mantener un clima laboral sano y de la seguridad y el bienestar físico y psíquico de sus trabajadores.


La dirección juega un papel fundamental y del tipo de liderazgo que se ejerza y se promueva, dependerá en gran medida el ambiente de trabajo.


Pero si este argumento no resulta lo suficientemente convincente para algún CEO, quizás sí lo sea uno de carácter económico. El clima laboral es un factor que tiene una elevadísima incidencia en la productividad de la organización. Los profesionales no pueden dar lo mejor de sí mismos si no están comprometidos y sin confianza no puede existir compromiso.


Si queremos tener trabajadores comprometidos con la organización tendremos que buscar un diálogo abierto y transparente con ellos para ganarnos su credibilidad. Y reforzar la credibilidad ganada con el resto de políticas de la empresa.

Ser un buen profesional está condicionado por el ambiente de trabajo y todos somos responsables de generar un ambiente positivo, independientemente de cuál sea nuestro puesto de trabajo. El estado de ánimo se contagia a nuestros colaboradores y compañeros, así que por qué no reflexionamos sobre qué estamos transmitiendo.


“El miedo representa siempre las cosas bajo su peor aspecto.”

                                                                                                           Tito Livio