¿Víctima o creador?.
En la vida, la actitud lo es todo. Las circunstancias que han moldeado nuestras vidas son tan únicas e individuales como lo son nuestras personalidades.
No hay dos que sean iguales - y sin
embargo nuestra habilidad para crecer como individuos, evolucionar en seres más
compasivos, amorosos y concientes, no depende de lo que nos ha sucedido, sino
de nuestra actitud hacia estas situaciones.
Cuando nos enfrentamos con lo más difícil, ¿qué hago,
retrocedo o avanzo? ¿Me resisto o abrazo la situación para crecer más?
En última instancia, son dos las actitudes que tomamos en la
vida: la de ser una víctima o un creador.
La víctima no ve la belleza, ni la abundancia, ni la
perfección que yace en cada momento, porque tiene una idea de cómo las cosas
tendrían que ser, una idea que muy raramente se confirma, una idea que siempre
está en contra de lo que realmente.
Esta inconformidad es enojo, es rabia - enojo con la vida, -
pero en la víctima se manifiesta como algo pasivo, una pesadez depresiva,
inerte y hasta desinteresada, mostrándose más como tristeza que como rabia.
Es odio a uno mismo, violencia hacia uno mismo. Esto
es un rechazo fundamental a lo que es: es violencia hacia la vida misma.
La única forma de romper con este victimismo hacia la vida es tomando el rol de
creador.
Un creador alaba su creación; la víctima la critica.
Un creador vive en apreciación; la víctima se queja, no
tomando responsabilidad. Son totalmente opuestos.
El creador abraza lo que sea que se presenta en su
camino. Tiene un SI para todo, y entonces la vida es vivida en abundancia. La
víctima, por otra parte, es resentida y negativa.
No puede ver la perfección ni la belleza porque tiene
una idea rígida de cómo las cosas tendrían que ser. Envuelto en un manto de pasividad,
ésta es la rabia máxima: el rechazo a la existencia, la negación de lo que
es.
Cuando sea que miro mi vida con un NO, con una idea mejor de cómo tendrían que
ser las cosas, estoy rechazando la vida.
Como no puedo controlar, entonces no voy a jugar.
Como no puedo entender, no voy a aceptar. Así es el
extremo obsesivo de un intelecto miedoso, sus complicaciones le chupan toda la
dicha a la vida.
La conciencia, en cambio, vive en unión con el corazón, no
hay preguntas allí.
Cuando tú eres lo absoluto la necesidad desesperada por
entender desaparece, es absorbida por la alegría preñada de ser puro.
El corazón no quiere nada más cuando ha encontrado el
amor.
¿Cómo puedo transformarme de víctima en creador?
Enfocándome en la conciencia, en la profundidad
silenciosa que yace dentro de todos nosotros, hasta que me transforme en una
mente sin pensamiento.
¿Por qué? No hay por qué. Solo es.
Es solo la experiencia de ser eso. Cuando ves tu
resistencia, déjala ir.
Recuerda que cuando puedo fluir, cuando
me entrego, estoy en contacto con mi esencia. Cuando peleo, soy ese niño
resentido que no quiere tomar responsabilidad.
Las cosas son como son, no las podemos
cambiar, pero nuestra actitud, si, entonces cambiando nuestra actitud, y no
ejerciendo resistencia y conectando con nuestra propia
esencia, iremos viendo las cosas bajo otro prisma y a favor nuestro.
Anònim
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